El paro de Transpuntano en primera persona: la necesidad y el enojo de los vecinos
Unos 200 mil usuarios de la capital puntana se ven afectados por una medida de fuerza que pareciera ser interminable. La crisis en la empresa y el conflicto con los trabajadores derivó en un complejo escenario para los puntanos. “Una solución urgente”, el pedido de todos.
Por Julián Pampillón
El servicio de Transpuntano lleva nueve días paralizado y es un conflicto difícil de destrabar. Incluso ya está confirmado que este fin de semana tampoco habrá colectivos.
Los choferes reclaman el pago de la totalidad de sus haberes de noviembre, pero las autoridades de la empresa y el propio intendente, Sergio Tamayo, todavía no brindan soluciones.
En concreto, hay más de 200 mil vecinos de la ciudad afectados por la medida de fuerza; deben hacer malabares para cumplir con las responsabilidades día a día, sufriendo un castigo para los bolsillos.
El Chorrillero salió a la calle para hablar con los usuarios y todos mostraron una coincidencia: están enojados y pidieron una rápida respuesta que los beneficie y alivie en una economía que se hace imposible. Porque uno de los puntos que destacaron es que el costo de traslado se multiplicó. Algunos deben acudir al taxi o directamente caminar.
Los principales afectados son los trabajadores que deben viajar hasta el centro cuatro veces en la jornada. Ese es el caso de Pablo (33) y Tomás (28), que se desempeñan en una tienda de celulares y en un bar de la peatonal.
Pablo vive en el Barrio CGT y el servicio urbano es el único medio de transporte que utiliza. Ante esta situación optó por hacer los viajes caminando, las cuatro veces al día.
“Me encantaría que se pongan en el lugar de todos y vean lo que se siente. Los choferes tienen razón de pedir los sueldos, pero hay que llegar a un punto medio donde los perjudicados no seamos siempre nosotros”, comentó.
El uso del servicio de taxis no es una opción para él debido al difícil contexto económico que vive. “Cuando llego a mi casa básicamente no tengo tiempo para nada porque tengo que comer a mil y regresar. Si antes no tenía tiempo menos ahora”, señaló.
El caso de Tomás es similar. Vive en el Barrio Cerro de la Cruz, uno de los más alejados del centro comercial. A pie tarda alrededor de hora y media en llegar y en taxi necesita cerca de $200.
“Es una locura lo que estamos viviendo. No tener transporte en una ciudad como san Luis es inexplicable. Hay miles y miles de personas que toman por lo menos dos colectivos al día. Gastarse dinero que podrías destinarlo en cuentas o en comida, es una locura.”, resaltó.
Francisca, una jubilada de 67 años que vive en el Barrio Policial es una frecuente usuaria de los micros. Casi todas las semanas tiene que ir a comprar remedios o realizar otros trámites.
“Perjudica a los que menos tiene ¿Está bien que hagan un paro? Sí, pero queremos el servicio. No podemos estar ocho días sin colectivos, es inhumano”, señaló.
El taxi es su opción ante el paro: “Me veo obligada a gastar cerca de $140. Es inaguantable”.
En el medio del conflicto, asumió Tamayo junto a su gabinete, pero más allá de comprometerse a dar una solución, la crisis se acentúa bajo un manto de incertidumbre para los choferes que no saben cuándo van a cobrar.
El argumento que sostienen desde la Intendencia es que la gestión anterior de Enrique Ponce dejó las arcas de la comuna vacías. El mismo Tamayo afirmó que ni siquiera pueden comprar combustible para las unidades.
Es por ello que el bloque de San Luis Unido propuso en el Concejo Deliberante que el intendente convoque a sesiones extraordinarias, se declare la emergencia del transporte público y se solicite una “solidaridad financiera y económica” a los gobiernos nacional y provincial.
Por su lado, el diputado provincial y copresidente del interbloque SLU, Gastón Hissa envió una carta al gobernador Alberto Rodríguez Saá y le pidió que gire fondos de manera “urgente”.
Mariela es otra vecina perjudicada, que se ve obligada a tomar un taxi porque debe viajar siempre con sus tres hijos pequeños desde el Barrio El Lince. En total gasta cerca de $300, ida y vuelta.
“Hago lo imposible para llegar al centro con ellos porque no tengo con quién dejarlos. Tengo que venir para pagar cuentas y comprar cosas a los chicos”, dijo y agregó: “No sé qué quieren que hagamos. No todos tenemos vehículos para andar por ahí. Los pobres como nosotros que nos sacrificamos no les importamos”.
Entre las opciones de movilidad también cuentan las bicicletas o los autos compartidos. Una que recurre a los dos es Valencia, una estudiante de la Universidad Nacional de San Luis.
“Es una situación insostenible que nos afecta a todos. No entiendo lo que están haciendo tanto la compañía como la Municipalidad y el Gobierno, todos”, sostuvo.
El enojo de los vecinos ya no hay cómo sostenerlo.